Competición y fútbol base, ¿Compatibles o utopía?
Ha pasado ya una década desde que la Selección Española de Fútbol, junto con su liga de máxima competición, se instauraron en el podio de la excelencia futbolística. Lejos quedan esas frases hechas, chistes malos y mofas sobre la representación de nuestra selección en mundiales y europeos, dejando paso a una sensación constante de esperanza, altas expectativas y, sobre todo, ilusión por títulos.
¿ha sido cuestión de suerte, o resultado de años y años de esfuerzos y trabajo duro?
Sin duda alguna, como en cualquier otro tipo de desempeño, el resultado final no depende de una planificación a corto plazo o un esfuerzo de última hora, sino que se ha de construir “la casa” bien reforzada desde los cimientos. Y es que en España hay una extensa y prolongada cultura de fútbol con grandes inversiones en formación y enseñanza desde la base. Actualmente, contamos con innumerables escuelas de futbol base que se encargan de enseñar desde bien pequeños a los niños y niñas del país para sacar el máximo del potencial futbolístico que atesoran cada uno de ellos.
Pero es precisamente en el concepto de “futbol base” donde la gente se suele confundir, ya que hay cantidad de aspectos controvertidos a la hora de llevar a la práctica que no quedan claros cómo implementarlos. Estos puntos confusos son los que dan lugar a errores en la formación y en sus exigencias, los cuales pueden acarrear una serie de presiones a nivel psicológico en el niño que, sin medios suficientes para hacer frente a dichas exigencias, le harán experimentar sensaciones de malestar y, en el peor de los casos, tal vez le lleven al abandono de la práctica deportiva.
El tema estrella que copa los foros de debate es el de la competición en edades tempranas. Sobre la teoría, la etapa de la infancia en un deportista es para que adquiera conceptos tácticos, técnicos, y sobre todo para desarrollar al pequeño como un deportista con los valores que lleva inherentes su práctica. Pero es imposible aislar dichos aspectos a mejorar y sólo centrarse en ellos, ya que no se puede apartar la vista de la naturaleza competitiva del deporte, puesto que un partido de fútbol tiene un marcador y su finalidad es marcar más tantos que el oponente. Ambas dimensiones, desarrollo y competición, conforman la esencia completa del fútbol, pero ensamblarlas de manera natural y equiparada es una difícil tarea que requiere de mucha reflexión y planificación.
El problema aparece a la hora de establecer una línea que separe la formación pura, y su desarrollo como deportista, de la competición aplicada en el terreno de juego. Ambos no son conceptos necesariamente incompatibles, pero refiriéndonos a la etapa infantil en la formación del futbolista, y dependiendo de si deseamos sólo desarrollo o sólo competitividad, puede ver condicionado seriamente el proceso de aprendizaje. Es decir, si se centran los esfuerzos en alcanzar éxito y trofeos, el método de trabajo y de entrenamiento puede verse impregnado de exigencias y la frustración que estas mismas generan en el niño.
Para ahondar más en el tema con propiedad, es interesante tener en cuenta la “teoría del logro de objetivos” de Nicholls (1989) y Roberts (1993), en ella se mencionan las relaciones entre la orientación de las tareas y la motivación que el deportista percibe en función de estas.
Según la teoría, existen las metas de orientación al ego, que se caracterizan por estar más centradas en el resultado y en la comparación de las competencias propias con los demás; y por otra parte, encontramos las metas de orientación a la tarea, caracterizadas por un enfoque sobre el proceso, el dominio de la tarea, el desarrollo y el aprendizaje.
En el caso de la orientación hacia la tarea, el deportista reaccionará con menos niveles de frustración ante un fallo, puesto que concibe su desarrollo como un proceso, con altibajos y variedad de ejecución. En cambio, el que se orienta hacia el ego sufrirá de mayores niveles de frustración ante una derrota o un fallo, ya que la importancia de la ejecución la centra sobre el resultado y la victoria.
Si lo extrapolamos al terreno de la motivación, ante continuos episodios de fracaso y con el foco puesto sobre la victoria, los niveles de motivación del jugador pueden descender a causa de no alcanzar la meta establecida. Por ello, y para paliar los efectos de ese descenso de motivación, es interesante dar importancia al proceso de aprendizaje y sobre todo mostrar a los jugadores que existen otros fines que no se reducen tan sólo a lograr una victoria.
La alta competitividad, ¿es mejor para la formación?
Por lo tanto, es necesario advertir que en planificaciones deportivas de futbol base que se posicionen por la alta competitividad es posible que los jugadores acusen descensos en la motivación si no ven una victoria. Ante todo hay que evitar que los jóvenes lleguen al punto de abandono, puesto que ese sería la consecuencia más drástica, aunque hay otras consecuencias fatales que no son el abandono y también pueden perjudicar a nuestros pequeños, como pueden ser el caso de las depresiones.
A pesar de esa premisa, considero un error no plantear objetivos que busquen cierta competitividad puesto que, en caso contrario, los niños no se familiarizarán con el fútbol en su máxima expresión y en un futuro frenará su desarrollo como futbolista encontrándose menos preparados.
¿Fórmulas mágicas?
En conclusión, no existe una fórmula maestra mediante la cual se encuentre el secreto de dónde fijar el objetivo en cada etapa de desarrollo infantil, sino que es más acertado diseñar una estrategia para incrementar gradualmente las exigencias competitivas y despertar así el deseo en el deportista de mejorar en sus condiciones deportivas.
Así como tener en cuenta que es más interesante ampliar el foco sobre el desarrollo personal del jugador que tener que reducir la importancia de la competitividad. Al fin y al cabo, sólo el entrenador conoce a su plantilla y la condición personal de cada uno de sus jugadores. No se debe olvidar que son niños y que, como tal, deben disfrutar de su desarrollo, aprender de las exigencias y las derrotas, pero siempre extrayendo la parte positiva y cómo mejorar como persona y deportista.
Javier Rivera Triguero
Psicologo Deportivo FC Porto DFV
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Hola me gustaria jugar en el oporto soy muy muy bueno jugando al futbol y si quereis vamos a oporto hacer las pruebas soy del año 8-8-2002