Los avances de la sociedad, y los derechos que tenemos como ser humano en esta misma, nos han traído sin duda una mejor calidad de vida y una percepción más satisfactoria de las situaciones cotidianas que se suceden en nuestro día a día. Pero, ¿es útil tener siempre una experiencia cómoda y placentera? ¿A dónde nos llevaría una vida de comodidad y sin situaciones que nos generen estrés?
Hoy en día nos encontramos muy frecuentemente con chicos en edades tempranas con altos índices de frustración, insatisfacción, incluso mostrando comportamientos agresivos en búsqueda de reafirmación o de logro de sus propios objetivos. Por lo que surge un interés en conocer de dónde nacen estas conductas desadaptadas o exageradas.
Imaginen por un momento que sus cuidadores durante sus primeros años de vida les han impedido, literalmente, andar por su propio pie con la intención de evitar que caigan en el intento y se hagan daño. Pero de repente, cuando son más mayores, urge la necesidad de salir corriendo ante un peligro y no tienen ese apoyo del que siempre han disfrutado. ¿Cuál sería su reacción? ¿Podrían ser capaces de hacer frente a las exigencias de la situación? ¿O se sentirían impotentes y asustados al percibirse sin las herramientas necesarias para solventar el problema? Tal vez las respuestas se reduzcan todas a que no serían capaces de hacerlo y los sentimientos serían negativos y frustrantes.
¿ES BUENO PROTEGER A NUESTROS HIJOS ANTE DIFICULTADES?
Desde la disciplina de la psicología, es interesante abordar el concepto de sobreprotección, el cual es un estilo de crianza adoptado por parte de los padres cuya principal característica es la de intentar apartar cualquier dificultad o molestia que pueda encontrar su hijo o hija en las diferentes situaciones de la vida cotidiana. Pero, con la intención de evitarles este sufrimiento, indirectamente se genera una incapacidad por parte de los pequeños de gestionar el estrés que, inevitablemente aparecerá en algún momento de su vida. Si apartamos cualquier agente estresante de los niños, eliminamos esas situaciones de aprendizaje y de ensayo-error y, por tanto, la posibilidad de que
saquen sus propias conclusiones y desarrollen herramientas de resolución de conflictos.
Es por esto que, si seguimos este estilo de crianza sobreprotector, es posible que cuando surjan momentos en los que el niño o niña debe responder a las demandas que su etapa del desarrollo le exija, no sepan cómo desenvolverse, y aparezcan así sensaciones tales como las de indefensión, frustración y miedo.
En ocasiones es muy fácil dejar que aflore la faceta protectora de padres, ya que es ley de vida tener ese instinto que hace buscar la seguridad de nuestros descendientes. Pero es importante hacer un acto de reflexión sobre cuánto y hasta donde debo interceder por ellos, y cuándo será más beneficioso para el pequeño dejar que resuelva sus propios conflictos.
LA SOBREPROTECCIÓN EN EL DEPORTE
Todo este concepto de sobreprotección ha sido ampliamente desarrollado desde la disciplina educativa y escolar, pero ahora, como psicólogo deportivo, me gustaría aplicarlo más detalladamente al campo del deporte. El ámbito deportivo es un terreno con unas características muy especiales que hacen que las reglas del juego y de comportamiento sean muy diferentes con respecto a otros planos de la vida diaria. El deporte es, en esencia, competición, superar a rivales y ser mejor que ellos, lo que nos puede parecer algo muy hostil y de rivalidad. Pero por otro lado también supone desarrollo y superación personal, a la vez de poner a prueba los propios límites, y saber llevar a cabo esas conductas de victoria sin despreciar y respetando a tus oponentes en la práctica. Una mezcla de valores que difícilmente sean capaces de diferenciar por sí mismos si les impedimos tomar sus propias decisiones y actuar de manera independiente.
CULTURA DEL ESFUERZO
Sin apartar la mirada de la práctica deportiva, también me gustaría hacer referencia a la “cultura del esfuerzo”. Para avanzar y mejorar, sobretodo en el deporte, es de primera necesidad esforzarse y trabajar disciplinadamente. En ocasiones, sin darnos cuenta, exigiendo ciertos beneficios para nuestros hijos con la intención de protegerlos, o de ofrecerles lo que creemos que se merecen, estamos trasladando un mensaje que va en contra del esfuerzo, y cala en ellos un espíritu de “tener algo por decreto”, sin haberse esforzado por ello. Por lo tanto, lo que en realidad estamos haciendo es un flaco favor al no enseñarles que a veces ciertos logros sólo se alcanzan con esfuerzo y sacrificio.
Respecto al mundo del fútbol, antes de llegar a profesional, es necesario pasar por una etapa de formación, es decir, que las reglas sobre las que se sostiene ese periodo son las del aprendizaje, no las de la competición pura. ¿Qué quiere decir esto? Pues simplemente que sería un error asemejar los roles de los pequeños a los roles que desempeñan los profesionales del fútbol. Es decir, que tal vez el niño o niña se encuentre en un momento de su desarrollo que no es necesario que tenga las mismas exigencias, minutos o protagonismo, que tal vez sí requiera un jugador de primera o segunda división.
EXPECTATIVAS Y EXIGENCIAS ¿DE QUIÉN?
En este caso, al concepto de sobreprotección se le añade con otro de gran relevancia, que es el de las expectativas y exigencias. En ocasiones es fácil confundir etapas en el desarrollo del deportista, y exigir roles y rendimientos de profesional a un chico que está en fase de aprendizaje. Aplicar expectativas de logro totalmente desproporcionadas de su realidad, o exigir rendimientos o papeles protagonistas, puede tener una serie de repercusiones en el futbolista, como puede ser la percepción de incapacidad, sensación de fracaso, o sentimientos de rechazo hacia el deporte. También puede generar rivalidades con sus compañeros de equipo al pensar que son más merecedores que los demás y centrar su mentalidad en aspectos negativos de su etapa del desarrollo (aspecto que hará más negativa aún la experiencia subjetiva que tenga de esa fase).
LA FÓRMULA MEJOR PARA SU DESARROLLO
Como conclusión, huelga decir que no existe un libro de código de conductas correctas para educar a nuestros hijos, pero es cierto que hay que tener en cuenta los factores anteriormente mencionados a la hora de responder por ellos, exigir ciertos méritos, o buscar culpables en el momento de desarrollo en el que se encuentran. Es de primera necesidad generar en ellos la cultura del esfuerzo y promover la autonomía de conducta, para que ellos en un futuro sean más independientes, puesto que no siempre van a tener nuestro respaldo.
En estos tiempos que corren, vivimos en la cultura de la comodidad, el confort y la inmediatez, receta explosiva si lo que pretendemos es un futuro exitoso y para disfrutar de méritos propios. Hoy en día, tanto en el deporte como en el mundo laboral, hay cada vez más competencia y no son más exitosos precisamente los que más fácil lo tienen, sino los que mejor se saben desenvolver ante situaciones
adversas y nuevas.
Dejar hacer a los niños, saber cuándo echarse a un lado y dejar que ellos den el paso hacia adelante es la clave para un desarrollo óptimo. Por supuesto, no debemos dejar de ser su ayuda en caso de necesitarla, pero nunca sus solucionadores constantes puesto que eso no será la ayuda a largo plazo en ninguno de los casos.
Javier Rivera Triguero
Psicólogo Deportivo
Es una verdad muy grande.
Los niños tienen que caer y aprender a levantarse, tienen que luchar sus propias batallas de su día a día.
No se les puede dar todo lo que piden, porque no valoran ni aprecian, a la larga exigen .
Yo intento enseñar y trasmitir a mis hijos que todo con constancia, disciplina, esfuerzo y trabajo al final tienes la recompensa de lograr lo que te propones para sentirte bien por ti mismo ;ya que los padres ya hemos vivido esa etapa.
Si te equivocas tienes que ser valiente y reconocer lo. Hechar un paso hacia atrás y volver a empezar que un error es una lección.
En casa tenemos una regla principal los listos caen de culo, nunca tienes que suponer que eres el que más.
Siempre tienes que seguir trabajando si estudias al máximo y no sacas un 10, si pierdes un partido jugando y siguiendo las normas. Te tienes que dar por satisfecho y contento ,porque por parte tuya no ha quedado. Al final el resultado no tiene importancia es el camino correcto a seguir.
Ser siempre respetuosos y educados apesar de que no lo sean contigo, porque si hiciéramos lo mismo seríamos igual a ellos.
RESPECTO, SACRIFICIO, DISCIPLINA, CONSTANCIA, TRABAJO= RECOMPENSA
SENTIR SE BIEN CON UNO MISMO