EL ENGAÑO EN EL TERRENO DE JUEGO

Una de las acciones antideportivas que los más jóvenes ven más durante un partido en la televisión es la simulación de una falta o agresión en el terreno de juego. Es una práctica muy habitual que podemos ver en muchos partido y que se ha convertido en un arte, el “arte del engaño”. Lamentablemente se ha convertido en parte del juego y es algo inadmisible ya que atenta contra el espíritu de la competición y de la deportividad.

IR EN CONTRA DEL FAIRPLAY EN ESPAÑA

El “teatro” está a la orden del día en el fútbol español. El problema es que no existen sanciones a posteriori que calmen a los jugadores en su afán por simular faltas o agresiones. Como máximo, se les muestra alguna tarjeta amarilla si el colegiado descubre la pillería. La misma sanción puede sufrir un jugador de fútbol base cuando, lamentablemente imitan este tipo de actitudes de los futbolistas profesionales.

Los profesionales del futbol base con alguna experiencia seguramente ya han sido testigos, lo digo seguramente porque infelizmente se tratan de comportamientos que se registran a menudo, de entrenadores promoviendo acciones de simulación y de pérdidas de tiempo con el objetivo de ganar. Esto es altamente peligroso cuando lo analizamos con profundidad porque estamos transmitiendo el mensaje a los jóvenes de que todo es permitido para alcanzar una ventaja o ganar un partido.

En las escuelas de SIA Academy desde las edades más tempranas cortamos con este tipo de comportamientos cuando un joven decide emular actitudes antideportivas que ha aprendido por la tele o por otros medios. Lo hacemos con el objetivo de crear una mentalidad verdaderamente competitiva que pasa por ser responsable de sus propias derrotas y victorias a costa de su esfuerzo y preparación.

Apostamos por la intensidad y toma de decisiones adecuada. Los más pequeños deben concienciarse de que una victoria conseguida a través de medios que no sean su habilidad, su inteligencia, su esfuerzo, no tienen valor, no suponen un desarrollo y te apartan de tus metas a largo plazo. Y este tipo de enseñanza las debe fomentar el entrenador y el club como parte de una cultura de desarrollo.

Hasta ahora este tipo de simulaciones ha pasado prácticamente impune en España a pesar de que la Real Federación Española de Fútbol (RFEF) recoge en su Código Disciplinario sanciones aplicables para el tramposo:

Artículo122. Conductas contrarias al buen orden deportivo.

Incurrirán en suspensión de hasta cuatro partidos o multa hasta 602 euros aquéllos cuya conducta sea contraria al buen orden deportivo cuando se califique como leve.

Artículo 124. Simulación.

El jugador que induzca maliciosamente al árbitro a error o confusión, simulando haber sido objeto de falta o a través de cualquier otro medio o actitud, será sancionado con amonestación y multa de hasta 602 euros.

Los dos artículos están altamente relacionados ya que una simulación va contra el buen orden deportivo. Sin embargo en nuestro fútbol no se aplica el art.122 para cuando un jugador intenta engañar al colectivo arbitral.

IR EN CONTRA DEL FAIRPLAY EN EUROPA

Por el contrario, en Europa, sí se castiga más severamente este tipo de infracciones. La FIFA y la UEFA durante estos últimos años han actuado de oficio para  castigar estas acciones. Esta última castiga a través de su código las regulaciones disciplinarias de la UEFA la suspensión por un partido en caso de conducta antideportiva (Art 15 a-5), También el art. 15 f castiga la conducta antideportiva cuando dice textualmente “suspensión por cuatro partidos de competición por actuar con la intención obvia de hacer que un oficial del partido tome una decisión incorrecta o respaldar su error de juicio y, por lo tanto, provocar que tome una decisión incorrecta”

Un ejemplo de la actuación de la UEFA contra este tipo de engaños fue cuando actuó de oficio contra Dida, el portero del A.C Milan.

En 2007, en un partido de la UEFA CHAMPIONS LEAGUE, se enfrentaron en Glasgow el Celtic contra el AC Milan, en el minuto 92 el equipo escocés marcó el 2-1 y en medio de la celebración un aficionado saltó al campo y le tocó la cara al portero brasileño. Éste dio dos pasos hacia el aficionado y de repente se desplomó como si le hubieran agredido. El portero, ante el asombro general, salió del campo en camilla. Posteriormente y ante las imágenes que le delataban, confesó que fue una maniobra para intentar que sancionaran al club escocés y lograr la victoria en los despachos.

La UEFA, organizadora del torneo, le impuso dos partidos de sanción en virtud del art. 15 –f y el art 11.1 del C.D.U (Código Disciplinario de la Uefa)

El club milanés pudo recurrir la sanción hasta tres días después de conocer la sentencia ante el comité de apelación de la UEFA (regulado en el título II capítulo I de la U.D.R) que estimó parcialmente el recurso sancionándole solo con un partido de suspensión.

Por su parte, el Celtic fue sancionado con una multa de 35.760 € por la invasión a su campo de un aficionado en virtud del art.16 del C.D.U.

La FIFA también actuó de oficio en escasísimas ocasiones. Una de ellas fue  el partido que enfrentaba a Brasil y Turquía durante el mundial de Corea y Japón 2002 que se saldó con victoria brasileña por 2 a 1. El momento más recordado fue en el tiempo añadido del encuentro cuando el jugador turco Hakan Unsal devolvió el balón a Rivaldo, el golpeo impactó levemente en su costado pero el jugador brasileño, con intención de engañar al árbitro, se tapó la cara con las manos, simulando que el balón le había golpeado en la cara. El árbitro expulsó al jugador turco ante el asombro generalizado.

Las imágenes eran más que evidentes y ante el aluvión de críticas la FIFA decidió actuar multando con 11.500 francos suizos a Rivaldo.

Esta sanción fue muy criticada ya que la multa fue impuesta en virtud del art. 48 del Codigo Disciplinario de la FIFA, dice que “se castigará cualquier  conducta antideportiva contra los jugadores rivales con un mínimo de un partido de suspensión”. El 48.2 C.D.F establece que la multa se impondrá adicionalmente.

Como podemos ver, la FIFA no cumplió su propia normativa, era un buen momento para demostrar que realmente iban a actuar en contra del intento de engaño arbitral pero es de suponer que al ser un Mundial y tratándose de Brasil, no se atrevieron a dar el paso.

Lo más flagrante fue que el propio jugador brasileño no se arrepintió de su “teatro”, es más, dijo que lo volvería a hacer con tal de sacar ventaja e intentar la expulsión de un jugador rival.

Por ello, las instituciones del fútbol necesitan mejorar en luchar contra el engaño en el terreno de juego y aplicar duras sanciones para que cada vez veamos menos estas artimañas en un partido.

La Regla 12 de las Reglas de Juego de la FIFA contempla esta infracción sin ir más allá. Aun así siguen buscando la trampa por lo que está claro que no es suficiente para frenar este tipo de acciones antideportivas.

Terminaremos nombrando dos casos en los que el jugador realiza una acción antideportiva tratando de engañar al árbitro pero que inmediatamente reconocen su error.

• Robbie Fowler en un duelo de liga durante la temporada 1996/97 ante el Arsenal, cayó en el área ante el arquero y el juez marcó penalti. El delantero intentó convencer al árbitro de que se había equivocado porque él se había dejado caer, pero pese a su requerimiento fue obligado a ejecutar el remate
• Miroslav Klose, delantero alemán de la lazio, en un partido de liga italiana contra el Nápoles, marcó un gol con la mano a la salida de un córner. El jugador reconoció ante el árbitro que efectivamente su acción había sido ilegal. Por consiguiente, el tanto fue anulado y el 0-0 continuó en el marcador.

Lejos de la mítica frase ‘el fútbol es de listos’ y que engloba todo tipo de picardía, estos ejemplos evidencian la limpieza más absoluta y el compañerismo empático elevado a su máxima expresión. Ejemplos que deberían ser modelo a seguir por todos los jóvenes que juegan a este deporte ya que aunque lo más importante en un deporte de competición es ganar, no todo vale para lograr la victoria ya que además del engaño, se puede perjudicar un compañero rival por la posible sanción (injusta) que puede sufrir.