El Inter de Milán logró anoche el pase a la final de la Champions League tras imponerse en un partido agónico por 4-3 al FC Barcelona, en un duelo que se resolvió en la prórroga y que deja un resultado global de 7-6 a favor del conjunto italiano. Una eliminatoria espectacular, con 13 goles en dos encuentros, que ya ha quedado grabada como una de las más emocionantes de los últimos años en el fútbol europeo.
Lo que se vivió entre el Giuseppe Meazza y el partido de ida en el Estadio Olímpico de Montjuic es difícil de explicar con palabras. Dos equipos entregados, sin reservas, que ofrecieron al aficionado una verdadera obra maestra de fútbol, con alternativas constantes, calidad, sufrimiento y desenlaces impredecibles. El Inter supo sufrir, resistir y golpear en los momentos clave, mientras que el Barcelona, pese a su gran despliegue ofensivo, cayó víctima de errores puntuales y de un rival que no dejó de creer nunca.
Índice
Primera parte: golpe de autoridad del Inter
El partido arrancó con un ritmo altísimo. Ambos conjuntos salieron sin reservas, conscientes de que esta semifinal requería determinación. El Barcelona, con su habitual propuesta de posesión y presión alta, se mostró nervioso en los primeros minutos, con un centro del campo errático, donde ni Pedri ni Dani Olmo lograban conectar con Raphinha o Lamine Yamal en las bandas.
El Inter, mucho más vertical y pragmático, supo aprovechar los espacios. En el minuto 20, una pérdida de Olmo en la medular acabó en una transición fulgurante que culminó Lautaro Martínez con una definición impecable: 1-0 para los locales y delirio en la grada.
El mazazo para el Barça no acabó ahí. Poco antes del descanso, una acción desafortunada de Pau Cubarsí, que cometió penalti sobre Thuram, permitió a Hakan Çalhanoğlu ampliar la ventaja desde los once metros. El turco no falló, y el Giuseppe Meazza estalló con el 2-0, dejando al Inter con una ventaja casi definitiva.

El Barcelona reacciona tras el descanso
Sin embargo, el fútbol suele premiar a los valientes, y el Barcelona, en lugar de venirse abajo, sacó carácter. El técnico Hansi Flick ajustó líneas, adelantó aún más la presión y dio instrucciones claras para encerrar al Inter en su campo. Y el plan funcionó. En el minuto 51, Eric García, reconvertido en líder defensivo, sorprendió al mundo con una volea extraordinaria desde fuera del área que recortó distancias.
El gol espoleó al equipo, que se transformó en una auténtica apisonadora. Diez minutos más tarde, en el 60, fue Dani Olmo quien encontró el empate con un cabezazo certero tras un gran centro de Raphinha. El 3-3 en el global encendió las alarmas en el Inter, que comenzó a verse superado física y anímicamente.
Lamine Yamal se convirtió en un auténtico quebradero de cabeza para la defensa local. Regates eléctricos, desborde constante y una actitud descarada pusieron al lateral interista contra las cuerdas. El Barcelona se volcó con todo, y en el minuto 88, cuando parecía que la épica estaba escrita, Pedri filtró un pase brillante para Raphinha, que definió cruzado para firmar el 3-2 (6-5 global).
Todo parecía resuelto. Pero el Inter, que no había dicho su última palabra, respondió con el corazón. Ya en el descuento, en una jugada a la desesperada, el central Francesco Acerbi subió al ataque y, tras un centro al área mal defendido, logró el 3-3 con un remate de delantero centro. Un jarro de agua fría para los blaugranas, que veían cómo su sueño de la final se escapaba de entre los dedos.
Prórroga: el Inter saca fuerzas del alma
La prórroga comenzó con el Inter más entero físicamente, empujado por su afición. El estadio jugó su partido, y en ese contexto emocional, volvió a aparecer el desequilibrio. En el minuto 100, Marcus Thuram dejó atrás a un desafortunado Ronald Araujo, y asistió a Davide Frattesi, que no perdonó: 4-3 (7-6 global) y locura total en Milán.
El Barcelona, agotado pero orgulloso, lo siguió intentando. Sommer, portero del Inter, detuvo un disparo durísimo de Yamal y otra llegada peligrosa de Gavi, que había entrado junto a Pau Víctor para intentar la última embestida. Pero el muro neroazzurro aguantó como pudo.

Una semifinal para la historia
Lo que se vivió anoche no fue sólo un partido, fue una oda al fútbol. Dos equipos que se dejaron el alma, un marcador cambiante, goles de gran factura, prórroga, tensión y emoción. Una de esas noches que justifican por sí solas toda una temporada.
El Inter jugará la gran final de Múnich el próximo 31 de mayo, en busca de su cuarta Copa de Europa. El rival saldrá del duelo entre el PSG y el Arsenal, con ventaja para los parisinos tras su victoria en Londres por 0-1.
Sea quien sea el otro finalista, esta edición de la Champions League ya ha quedado en la historia. Y gran parte de esa historia la escribieron anoche el Inter y el Barcelona, en una eliminatoria que, sin duda, el tiempo convertirá en leyenda.